7.1 C
Río Grande
28 de octubre de 2024

Un legado italiano en la tierra del fin del mundo

Corría el año 1948, y Europa aún sentía el peso de las secuelas de la Segunda Guerra Mundial. En el extremo sur de Argentina, en el pequeño pero prometedor pueblo de Ushuaia, se gestaba una transformación que marcaría el rumbo de esta ciudad. Con el objetivo de consolidar la soberanía argentina sobre estas tierras, el gobierno nacional decidió la construcción de una nueva base aeronaval, lo que requería una expansión significativa de la infraestructura local y, por ende, de su población.

Fue así que el Ministerio de Marina firmó un contrato con la empresa italiana Carlos Borsari, dando inicio a un importante proceso de inmigración. El acuerdo contemplaba la llegada de dos contingentes de constructores italianos, acompañados por sus familias, así como materiales y maquinaria necesarios para llevar a cabo las obras.

El primer grupo de inmigrantes arribó en el barco Genova, un día lluvioso de octubre de 1948. Eran aproximadamente 750 personas llenas de anhelos, dispuestas a dejar atrás su tierra natal y empezar una nueva vida en el confín del mundo. Su experiencia y destrezas en la construcción prometían contribuir de manera significativa al desarrollo de la joven ciudad.

En septiembre de 1949, un segundo grupo de 750 inmigrantes llegó en el barco Giovanna C, sumándose a la comunidad en crecimiento. Juntos, estos italianos se establecieron en Ushuaia, formando un sólido vínculo con la tierra que los acogía.

Durante los dos años que duró el contrato, se llevaron a cabo obras que transformaron el paisaje urbano. Se construyeron barrios de viviendas como Alte Solier y Alte Brown, que no solo ofrecieron un hogar a los nuevos habitantes, sino que también sentaron las bases para el crecimiento de la ciudad. Además, se levantaron un frigorífico, un matadero municipal y una usina hidroeléctrica en el río Olivia, que impulsaron la economía local y generaron empleo.

La industria maderera también encontró su lugar en Ushuaia con la creación de una planta de fabricación de madera terciada, mientras que la construcción de la «Diga» en El Choconcito garantizó el abastecimiento de agua potable para el Villaggio Vecchio, el barrio donde se asentaron los italianos. También fueron erigidas viviendas para los trabajadores y un salón comedor conocido como la «Mensa», que se convirtió en un centro de encuentro para la comunidad.

Profundamente arraigados en su fe, los inmigrantes italianos construyeron una capilla que, con el paso del tiempo, fue reemplazada por la Parroquia María Auxiliadora, símbolo emblemático de la herencia cultural italiana en Ushuaia.

Las obras no se limitaron a la infraestructura civil; también se levantaron barrios militares como La Misión y Cte Piedra Buena, reforzando así la presencia de las fuerzas armadas en la región.

Hoy, décadas después de la llegada de aquellos valientes inmigrantes, su legado perdura en cada rincón de Ushuaia. Los descendientes de aquellos pioneros continúan viviendo en la ciudad, recordando con orgullo las huellas que sus antepasados dejaron en su construcción.

A través de esta nota, rendimos homenaje a esos constructores italianos que, impulsados por la esperanza de un nuevo futuro, transformaron Ushuaia en un lugar vibrante y lleno de vida. Su historia es un recordatorio del valor de la inmigración y la riqueza que la diversidad cultural aporta a nuestra comunidad. En cada obra, en cada barrio, su espíritu sigue vivo, recordándonos que Ushuaia es, en gran parte, el resultado de sus esfuerzos y sueños.

Compartir

También podés leer

Perez recorrió los avances de obra de la av. Héroes de Malvinas

En la misma se lleva adelante el recapado asfáltico...

Gas envasado: el usuario pagaba $ 10, y ahora $ 40

El secretario de Finanzas de la provincia detalló el...

La brigada regresó sin encontrar rastros de Elio Torres

El grupo de búsqueda y rescate completó una nueva...

Tolhuin destaca su compromiso ambiental en la COP16

En el marco de la 16ª Conferencia de las...