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30 de octubre de 2024

Un joven con síndrome de down fabrica y vende cerveza

Un joven con síndrome de Down que desde hace casi dos años cocina, vende y sirve pizzas junto a otros 19 chicos con esa misma discapacidad acaba de lanzar su propio emprendimiento productivo: la cerveza artesanal «Horus», que fabrica junto a su cuñado a razón de 300 litros por fin de semana.

La bebida que elaboran ya la están vendiendo a cervecerías y particulares, como un servicio adicional dentro de su otro trabajo, la pequeña empresa de pizza party Los Perejiles.

Hacer cerveza «no es difícil pero lleva muchas horas de trabajo», explicó Pablo Gómez (35) a Télam tras una recorrida rápida para mostrar las ollas, la cámara frigorífica, la tapadora y las choperas dispersas en el local de Boulogne donde cada sábado trabaja intensamente «desde las 6», para aprovechar el día.

«Yo aprendí a hacer cerveza con un curso que mi familia me regaló y ahora la fabricamos con mi cuñado. Nos llevamos muy bien», dice señalando a su tocayo, Pablo Colman, que va y viene limpiando los barriles de metal.

Gómez tiene además otra ocupación: integra el staff de Los Perejiles, un catering de pizza para fiestas que en dos años fue contratado para 340 eventos y que le permitió acumular los ahorros para comprar el kit necesario para producir los primeros 20 litros de cerveza.

«En Los Perejiles hago dos cosas: cocino y sirvo las pizzas. Ahora, además, llevo la cerveza y la gente me dice que está muy buena», contó.

Ambos proyectos surgieron como una derivación de la experiencia ganada en el Taller Sumando, de salidas recreativas y aprendizajes para una vida autónoma, al que Gómez y sus compañeros de trabajo asisten en la localidad bonaerense de San Isidro.

Y coordinando, animando e impulsando ambos proyectos está

Al frente de ambas iniciativas está el profesor de gimnasia y psicomotrista Leandro López, preocupado porque los jóvenes con síndrome de Down que asisten a la institución educativa donde es docente puedan generar sus propios ingresos.

«Lo ideal sería que ellos pudieran trabajar en relación de dependencia en un espacio inclusivo, pero sabemos que las empresas, por desconocimiento, no toman a estos jóvenes», dijo López a Télam.

Para quienes se embarcan en proyectos autogestivos como estos «es muy complicado llegar a líneas de crédito» que les permitirían hacerlos crecer, señaló.

Además de los problemas que plantea el mercado laboral y crediticio, la generación de ingresos también implica vencer resistencias al interior de las propias familias, «que no se animan a que sus hijos salgan solos a la calle», explicó el docente y terapeuta.

«Por eso planteé empezar con emprendimientos que salgan de los propios jóvenes, sin una institución detrás, con plata que les entre a ellos y que sean ellos los que están directamente en contacto con la sociedad», agregó.

En última instancia, dijo, estos proyectos buscan que las personas con síndrome de Down puedan «mostrar sus capacidades» a eventuales empleadores, clientes y a sus propias familias.

«El otro día estaba con el padre de Pablo y me dijo: ‘¡Yo no sabía el potencial que tenía mi hijo!’ Así tengo un montón de padres que se sorprenden de ver el crecimiento de sus hijos», contó.

La idea de producir cerveza y no algún otro tipo de bebida o alimento tiene también su explicación: López dijo que fue «para romper con los prejuicios que hay respecto al consumo de alcohol por parte de personas con discapacidad mayores de 18 años».

«Queremos que la sociedad vea un pibe con síndrome de Down que te hace cerveza artesanal, que trabaja con alcohol, que puede tomarlo y así contribuir a derribar otro mito», aseguró.

Colman, el coequiper de Gómez, contó a Télam cómo surgió el nombre de su cerveza, que rinde honor al dios egipcio considerado el iniciador de esta civilización.

Horus «surgió por nuestra primera cerveza, que nos salió muy fea y pensamos que se parecería a la que hacían los egipcios, que la fabricaron por primera vez y seguramente no se asemejaba en nada a la que conocemos hoy en día», relató.

«Arrancamos haciendo pruebas con recetas base y fuimos aprendiendo a modificarla, hasta que encontramos un buen equilibrio entre un muy rico gusto y un cuerpo interesante, con un lindo color», dijo.

Por ahora los dos Pablos fabrican tres variedades: Blonde Ale, Scottish y English Pale Ale (Epa) -a futuro esperan ofrecer también negra e India Pale Ale (Ipa)- a un costo de 50 pesos el litro embarrilado o los 750 centímetros cúbicos embotellados. Se los puede contactar en Facebook e Instagram como «birra Horus».

«Hoy muy difícil encontrar trabajo para los chicos como nosotros. Yo quiero tener mi plata, obvio, para ir de vacaciones, para comprar la ropa, para pasear y para salir», concluyó Gómez.

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