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23 de noviembre de 2024

Submarinos y aceros, la capacidad furtiva destruida en la defensa de nuestra Soberanía

Por Alejandra Portatadino*- Los submarinos son el arma de sigilo del siglo XXI, difíciles de detectar con el agregado de capacidad misilística, resultan el arma marítima furtiva por excelencia.

Por lo tanto, su tecnología electrónica y estructural se encuentra en constante desarrollo, porque como tienen sus capacidades para moverse furtivamente, también existen las tecnológicas electrónicas, sonares de profundidad variable, detección magnética, hidrófonos para detectarlos, la llamada guerra antisubmarina, abreviados como ASW (anti-submarine warfare).

Los aceros que componen sus cascos, son uno de los puntos más importantes el acero HY 80 desarrollado los años 60 en la actualidad ha sido superado por otras aleaciones que superan su  capacidades de  profundidad operativa. Para lograr mayores capacidades de sigilo en operaciones furtivas se debe operar a partir de los 400 metros de profundidad, para lograr estas capacidades se han formulado nuevas aleaciones en aceros de Alto Rendimiento HY (High Yield Steel).

Ante las tecnologías de armas antisubmarinas se deben sumar  a la resistencia y límites elásticos de los aceros   que sean austeníticos (no magnéticos). Dominar la industria del acero es uno de los pilares de lograr innovaciones tecnológicas metalúrgicas para el desarrollo metalmecánico y la defensa. Así lo entendieron desde Alemania la importancia de la participación del Estado en el desarrollo tecnológico basado en los pilares de la educación y la cultura de la responsabilidad del trabajo unido al bienestar social, y la responsabilidad empresarial-laboral.

El crecimiento tecnológico de Alemania está sustentado por  la presencia  del Estado Alemán. Un ejemplo son las acerías de Thyssen y Krupp. Para desarrollar sus acerías sostenibles con personal calificado Friedrich Krupp  fundó en 1811 la “Krupp Gusstahlfabrik” desarrollando una política  innovadora de responsabilidad social empresarial  para el beneficio de los trabajadores alemanes de la fábrica, fundaron hospitales para los trabajadores de la fábrica y creando cajas de ahorro para  que protegiesen sus ganancias, políticas laborales  contrarias a la salvaje explotación de los trabajadores que se realizaba en esos años en el Reino Unido y otros países.

Otra empresa  creada años más tarde fue la de la familia Thyssen, que en 1921 habían creado una filial en Argentina al principio importando productos metalúrgicos y en 1927  fundaron Thyssen Lametal, que luego pasaría a conformarse con el nombre  CREFIN antecesora de Crisoldine dedicada a la fundición y coladas con mayor volumen de producción En Agosto de 1943, el personal de CREFIN logró construir una pieza de 40 toneladas con sus propias maquinarias  habiendo sido invitado el General Manuel Savio a la terminación . CREFIN contaba con 500 trabajadores  especializados y  ocupaba un predio de 7 hectáreas  destinadas a cubrir las necesidades más diversas de nuestra industria pesada, superando el límite de piezas de 12 toneladas que se habían fabricado hasta ese momento, con la proyección de un segundo horno, se preveía independizar a nuestro país de la importación de toda clase de piezas pesadas, entre las que se contaban locomotoras de ferrocarril.

Así fue que  en 1945 mediante el  Banco de Crédito Industrial Argentino, el Estado Argentino con la Presidencia de Juan D. Perón le otorgo un préstamo de 250.000 pesos. No todo fue fácil para Argentina. Al final de la guerra se intentó destruir toda la industria propia alemana en pos de una globalización donde se tendría al dólar como moneda comercial internacional y se crearía el FMI con el tratado de Bretton Woods, antesala del Consenso de Washington, para evitar  la destrucción de las empresas Alemanas radicadas en Argentina y con eso el fin de la capacidad productiva propia el Presidente Juan D. Perón crea la Dirección Nacional de Industrias del Estado (DINIE) fue un organismo público de Argentina que administraba un conglomerado de empresas estatales, la mayoría de ellas confiscadas temporalmente a empresarios alemanes, pero que mantenía a sus gerentes y técnicos alemanes.

El organismo fue creado en 1947, durante el gobierno de Juan Domingo Perón se caracterizaron por su terminación “dinie” de propiedad  alemana como Electrodinie (Siemens Schuckert, Cía. Platense de Electricidad), Ferrodinie y Crisoldinie (Thyssen Lametal), Metaldinie (Tubos Mannesman), Motordinie (Motores Deutz Otto Legitimo) y Anildinie (Anilinas Alemanas) (Belini & Rougier) etc. Con esa estrategia pudo impedir la destrucción de la industria siderúrgica Argentina privada ya que a  finales de 1950 los gobiernos argentino y alemán comenzaron a dialogar sobre el modo de proceder a la devolución de los activos incautados en 1945,  las empresas de la DINIE que habían sido propiedad de empresas alemanas.

En 1953 Argentina le comenzó a devolver a Alemania las marcas y patentes que habían sido incautadas en 1945. El proyecto del gobierno peronista era ir devolviendo las empresas, pero tratando al mismo tiempo de que los nuevos capitalistas alemanes mantuvieran las mismas en producción, se asociaran con capitales privados argentinos y realizaran nuevas inversiones que modernizaran y ampliaran la capacidad productiva de las empresas, aumentando las capacidades de producción de las acerías del Estado creadas por el General Manuel Savio.

En 1954, la DINIE creó una comisión para examinar los proyectos de privatización de sus empresas. Estados Unidos no veía con buenos ojos ese proceso Industrial en donde Argentina se apartaba del proyecto de Bretton Woods pergeñado entre Estados Unidos y el Reino Unido porque perdían el control del manejo de nuestros recursos minerales e industriales y operando juntos para que  el 16 de septiembre de 1955 un golpe de estado derrocara al gobierno constitucional presidido por Juan D. Perón, instalando una dictadura autodenominada Revolución Libertadora.

Cuando asume  general liberal Pedro Eugenio Aramburu, inició una política abiertamente antiperonista, que incluía una fuerte redefinición del proyecto industrial y el papel del Estado en la economía. En ese marco, la dictadura contrató al  economista Raúl Prébisch quien  proponía reemplazar la siderúrgica, metalmecánica y química, por importaciones de empresas en su mayoría estadounidenses. Destruyendo así los objetivos del plan Trienal del Gobierno de Juan D. Perón donde planificaban  alcanzar para 1957  entre privados y empresas del estado  la producción de arrabio en unas  640.000 toneladas, y llevar a un millón de toneladas la producción de acero y elaboración de laminados.

El Presidente  Juan D. Perón entendía  la necesidad de las fuerzas armadas de poder  contar con armas para a defensa de alta operatividad y tecnología propia, es así que se formula el Plan Nacional de Construcciones Navales que incluía la fabricación de Corbetas y modernizar nuestra flota de submarinos Con  el decreto 956 del 28 de marzo de 1974 complementado el 5 de septiembre del mismo año por el N° 768/74 S, se establecían mecanismos para el financiamiento y puesta en marcha de los trabajos de construcción de unidades y se facultaba al Ministerio de Defensa a través del Comando General de la Armada a contratar y/o asociar Astilleros Rio Santiago para construir 6 corbetas misilísticas MEKO 140 y asociar  los Talleres Navales de Dársena Norte (Tandanor) con una firma del exterior con experiencia en la construcción de submarinos, naciendo  el Astillero Ministro Manuel  Domecq García.

El plan consistía en tener una primera fuerza con 8 submarinos. Los primeros dos los ARA San Luis y Salta comprados   a Alemania y ensamblados en Argentina , pertenecían a una serie denominada Tipo 209/1200 y diseñados para exportación  a diferentes países. Mientras se desarrollaba en Astilleros Thysen Nordseewerken GmbH un proyecto de  submarino que respondiera  a las condiciones operativas especificadas por nuestra armada donde nuestro país adquiriría las patentes y licencias para ser fabricados solamente  en Argentina, así  nació  el TR 1700, dentro de este proyecto se incluyó  la construcción de un astillero para poder fabricarlo en serie en nuestro país y con eso comenzar nuestra propia cadena tecnológica de valor. El TR 1700 fue uno los mejores diseños de submarinos convencionales que hubo en el mundo. Tenía una capacidad para navegar a 25 nudos sumergido eso significaba  7 nudos 13 km/h más de velocidad que el resto de los submarinos convencionales” incluyendo mayor rango de tiempo para actuar sumergido en esa época.

Los  dos primeros el Santa Cruz y el San Juan se fabricaron en Alemania mientras paralelamente se capacitaba al personal técnico Argentino, para iniciar su fabricación en  Argentina en el nuevo astillero que se terminó de construir completamente en 1982 y bautizado Ministro Manuel  Domecq García, en ese entonces  uno de los más modernos del mundo. Rebautizado Almirante Storni y el 17 de mayo de 2010, día de la Armada, el Presidente Néstor Kirchner junto a la entonces ministra de Defensa Nilda Garré anuncian la unión  de Tandanor y el Astillero Almirante Storni, creándose el  Complejo Industrial Naval Argentino (CINAR), uniendo la capacidades de reparaciones con el potencial de construcción.

El nuevo desafío es abocarnos a  la reingeniería para producir  modelos que mejoren la operatividad  y sean económicos de mantener,  sumando los conocimientos del INVAP, la Dirección General de Investigación y Desarrollo (DGID) conjuntamente con el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF), dependiente del Ministerio de Defensa (MINDEF).  Por lo tanto ese gran desafío es  fortalecer  aquellas  debilidades  encontradas con el uso  en los TR 1700 ,  que con las nuevas tecnologías nos permitirán tener un submarino mejor desarrollado en Argentina para patrullaje y defensa con las capacidades del siglo XXI. Esta acción implicaría un gran  trabajo en equipo entre los ingenieros civiles y militares que dejando de lado cuestiones ideológicas y mezquindades nos podamos abocar al desarrollo propio de un submarino de alta capacidad operativa como ya lo hemos hecho en las disciplinas como las Aero Espacial y comunicaciones satelitales.

La política la madre de todas las batallas internas

Podemos observar con mucha preocupación y como una gran debilidad que  Argentina   carece de una Política de Estado de protección y continuidad de Industrias para la Defensa, que se puedan mantener desarrollando y fabricando con  tecnológicas propias  independientemente del color partidario del gobierno que asuma el ejecutivo nacional. No es casualidad es causalidad  esa falta de políticas soberanas para la defensa, donde los vaivenes políticos destruyen toda capacidad constructiva evolutiva que permitan mantener  una continuidad en la cadena de valor de innovación tecnológica. Esta innovación productiva se denomina ingeniería inversa y para lograrla es una condición fundamental mantener las líneas de fabricación actualizadas constantemente.

El plan de desindustrialización tecnológica propia responde lisa y llanamente al modelo del Consenso de Washignon heredero de los acuerdos de Bretton Woods, que fuera llevado adelante por los presidentes Carlos S. Menem y Mauricio Macri entregado nuestra soberanía en los tratados de Madrid 1 y 2 y el pacto encubierto como comunicado Foradoni Duncan, donde hemos sido endeudados en cifras irracionalmente multimillonarias por irregularidades dentro  del Fondo Monetario Internacional, sospechado de estar más interesado  en facilitar la posesión de nuestros recursos mineros, hidrocarburiferos y naturales a fondos buitres  y potencias extranjeras socias de los mismos en vez que le paguemos la deuda, a ese saqueo hay que agregarle el de finales del siglo pasado década de los 90 que fue la fuga a otros países en busca de oportunidades laborales de los cerebros formados universitarios, el peor de todos los saqueos, ya que nos dejan sin capacidad de recuperación tecnológica e industrial.

El fabricar con tecnología propia nos permite desarrollar los equipos que realmente necesitamos con  nuestras propias capacidades la pregunta que surge es ¿nos faltan capacidades? No todo lo contrario tenemos todas las capacidades y saberes para el desarrollo tecnológico de defensa propio. Argentina cuenta  alrededor de 740 facultades de las diferentes ingenierías, donde nuestros egresados brillan en el extranjero. Mediante el FONDEF (Fondo Nacional de la Defensa) llevado adelante por el ex ministro Ing. Agustín Rossi  continuado con el Lic. Jorge Taiana una de las acciones que llevan adelante la gestión del Presidente de CINAR Ingeniero Miguel Tudino y el Vicepresidente abogado Alberto Schprejel  dentro de las políticas de CINAR, se encuentra la promoción para acrecentar los conocimientos de la ingeniería y lograr tecnologías propias, incorporando a jóvenes profesionales y estudiantes avanzados que sobresalen con sus notas para ir formándose con un trabajo estable ofreciéndoles una alternativa que no sea migrar a otros países, también se está pensando para un futuro próximo   un proyecto de la escuela técnica naval con diferentes especialidades, siguiendo la línea de las escuelas fabriles de Juan D. Perón. Entonces queridos lectores surgirá  la segunda pregunta ¿podemos fabricar submarinos en Argentina?, si, tranquilamente, imaginen que mandamos satélites al espacio con todas las complejidades que tienen, ¿no vamos a poder fabricar un submarino? Aparte ya lo hemos avanzado con tecnologías modernas  propias como ejemplo el  INVAP que ya que ha desarrollado tecnología electrónica para la modernización de nuestras fuerzas armadas con equipos de alta calidad y eficiencia.

También   contamos con tecnología optrónica propia desarrollada por  la Dirección General de Investigación y Desarrollo (DGID) conjuntamente con el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF), dependiente del Ministerio de Defensa (MINDEF). Otro aspecto a considerar es que nuestro país es riquísimo en minerales para realizar las diferentes aleaciones, podemos autoabastecernos sin necesidad de importación de materias primas. Hay otros puntos que por razones de seguridad no las mencionaré en este artículo pero si mencionar las sinergias logradas con  oficiales de la Armada Argentina tanto técnicos como integrantes  de la flota de mar y submarinos, que entienden la necesidad de generar armamento defensivo con tecnologías propias y  como usuarios comparten experiencias y conocimientos sobre las necesidades, trabajando en equipo con muy buenas predisposiciones. Tenemos que seguir los ejemplos, hoy unidas ThayssenKrupp AG forman un consorcio de fabricación de aceros, buques de guerra y submarinos de alta operatividad  autoabasteciéndose con sus propias aleaciones de aceros  y nuevas tecnologías cuenta con una participación accionaria del Estado Alemán

Como diría Ortega y Gazzet argentinos a sus cosas y comencemos a fabricar armamentos de calidad y última tecnología  desarrollados en nuestro aumentando nuestras capacidades y generando trabajos de calidad en nuestro país y en pesos y no gastar dólares en tecnologías obsoletas que ya son anticuadas en otras partes del mundo, y nos la venden haciendo sus negocios y cuidando los empleos sus poblaciones , comencemos a dejar de ser colonia de una vez por todas y reconvertirnos en una Nación Soberana.

 

*Alejandra Victoria Portatadino, Ingeniera Mecánica, miembro del ASME (Sociedad Americana de ingenieros Mecánicos), CAI (Centro Argentino de Ingenieros) Co Fundadora de Ingeniería sin Fronteras Argentina, Asesora Directorio CINAR (Complejo Industrial Naval Argentino) Consejera de Green Cross Argentina, integra FIPCA (Fundación Interactiva para Promover la Cultura del Agua) y Grupo Bolívar, Profesora invitada ad honoren Post Grado UTN (Universidad Tecnológica Nacional), de Buenos Aires y Provincia de Santa Fe.

 

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