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25 de octubre de 2024

Sol Cosenza, la última argentina nacida en la Antártida

En una fascinante historia de vida y amor en la Antártida, Sol Cosenza se destaca como la última argentina nacida en el continente blanco. Junto a otras once personas, ocho argentinos y tres chilenos, Sol es parte de un exclusivo grupo de personas que vinieron al mundo en este inhóspito lugar.

Con tan solo 40 años, Sol es la más joven de los ocho argentinos que nacieron en la Antártida, la primera en 1978, Marisa de las Nieves. La particularidad de estos nacimientos reside en que todos ellos son hijos de militares, nacidos en la base Esperanza, la única instalación antártica que permite que los militares vivan con sus familias.

La historia de Sol se remonta a 1981 cuando su padre, un mecánico militar, partió hacia la Antártida para pasar un año invernal en solitario. Su madre, novia de su padre durante diez años, le siguió un año después para vivir junto a él y formalizaron su matrimonio en el continente helado, siendo el único casamiento registrado en esta región remota.

En una entrevista con FM Master’s, Sol compartió su original experiencia: «Me parece que fue el único casamiento que hubo en la Antártida. Llevaron un cura franciscano que los casó, mi mamá se preparó su vestido de novia, parecía una reina en la nieve con su vestido blanco de terciopelo y su capa de piel blanca».

Tras su matrimonio, la pareja recorrió todas las bases antárticas como luna de miel. En medio del frío invierno austral, la noticia de un próximo nacimiento cambió sus planes.

«Mi mamá rapidísimo queda embarazada y avisan para que se tengan los recaudos, porque en ese ámbito es medio peligroso, por la nieve y todo. Les proponen si quieren quedarse a tenerme, que yo nazca allá en la base. Mis papás deciden que sí, les dan todas las condiciones para que todo esté bien. El 3 de mayo del año 1983, en pleno invierno antártico, nací yo», relató Sol.

La llegada de Sol marcó un hito en la historia de la Antártida, pues fue el último nacimiento que ocurrió allí debido a las difíciles condiciones y limitaciones que este entorno presenta para la crianza de una familia. «No somos más por las condiciones. Es un ámbito bastante difícil y arriesgado para ir a tener familia, porque no hay hospitales, en invierno están aislados, no pueden entrar ni barcos, ni aviones. El sistema con respecto a la salud es muy acotado, es muy riesgoso. Por esa razón sólo somos ocho», explicó Sol acerca de su tan particular historia en uno de los lugares más inhóspitos del mundo.

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