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23 de julio de 2024

“Quique” Díaz, alma mater del tren del fin del mundo

Enrique “Quique” Díaz, impulsor esencial de la recuperación en los ’90 del Tren del Fin del Mundo, compartió parte de la historia de tan emblemático símbolo de la provincia, hoy convertido en uno de los principales atractivos de la región.

El Tren del Fin del Mundo, localizado en el Parque Nacional Tierra del Fuego, es claramente uno de los principales atractivos turísticos de Ushuaia. Esta joya histórica y cultural debe su renacimiento a la dedicación y visión de Enrique “Quique” Díaz, un hombre cuya pasión por su tierra y determinación lo llevaron a transformar un sueño en una realidad tangible.

Enrique Díaz, conocido como “Quique”, fue oficial de la Marina Mercante en el rubro de comunicaciones antes de aventurarse en el mundo empresarial. En 1987, fundó la agencia marítima Tranex, la cual se encargaba de mover el 95% de la carga que llegaba a Tierra del Fuego desde el lejano oriente y el Mar del Norte en Europa.

Este negocio prosperó bajo su dirección hasta que las empresas navieras extranjeras, al percibir el gran potencial del mercado, decidieron tomar el control sin considerar el conocimiento local que Díaz poseía. Este movimiento resultó en un fracaso para las navieras, pero dejó a Quique sin su agencia.

Fue en este momento de adversidad cuando Díaz decidió invertir toda su energía y recursos en el proyecto del Tren del Fin del Mundo. “Había empezado el tren y habrá sido un año de comienzo del tren cuando perdí las agencias y ahí me dediqué con todo al tren. 100% de mi lucha hacia la construcción del tren”, comentó Díaz por FM Master’s, evidenciando su determinación y compromiso con la región.

Díaz había acumulado una considerable fortuna con su agencia marítima, la cual decidió invertir en el Banco Tierra del Fuego en lugar de trasladar sus fondos al exterior. Su motivación para este proyecto era clara: “Buscaba un proyecto que sea original. En realidad, la idea del tren me la comentaron y yo la tomé porque sabía que no iba a tener competencia. Esta es la realidad de por qué elegí el tren”.

La idea de revitalizar el Tren del Fin del Mundo surgió de su experiencia y observaciones durante sus viajes internacionales, donde había conocido diversos ferrocarriles turísticos. Sin embargo, el camino no fue fácil, y muchos en su círculo cercano consideraron su proyecto como una locura: “Fue una aventura un poco exagerada para mí solo, eso fue un error, pero nadie tampoco me quería acompañar. Ni siquiera mi círculo más íntimo. Muchos pensaban que estaba loco”.

A pesar de las dificultades y la falta de apoyo inicial, Díaz siguió adelante con su proyecto. Su visión no se limitaba solo al ámbito turístico, sino que estaba impulsada por un fuerte sentido de responsabilidad social y comunitaria. “Voy a decir algo que mucha gente lo usa ideológicamente y no lo aplica. Yo sí leí el libro Las Venas Abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano. No es necesario hacer discursos, ni apología de esto en cada momento, en cada charla. Uno tiene que tener la conciencia propia que en el momento que a uno le toca, tiene que cumplirlo. Nada más que para quedar bien conmigo mismo. Ese fue el tema y de lo cual me siento orgulloso” compartió el pionero.

El proceso de construcción del tren fue arduo y demandante. Díaz y su equipo se dedicaron a fabricar casi todo localmente, importando solo una locomotora del extranjero. Trajeron ingenieros internacionales para impartir su conocimiento técnico, como John McMahon, quien terminó casándose con una fueguina y estableciéndose en Argentina. “Construimos acá todo. Todo. Esa fue la idea. Compré una sola locomotora afuera, pero la idea fue traer ingenieros de afuera para que vuelquen su conocimiento técnico en el desarrollo técnico que nos faltaba” relató a continuación.

Hoy en día, “Quique” Díaz mira hacia el futuro con optimismo, especialmente hacia la Antártida, considerando la posición estratégica de Ushuaia: “La posición que tiene Ushuaia es privilegiada, todo lo que viene va a estar relacionado con la Antártida, porque es el futuro, va a ser un foco de lucha internacional porque todos van a querer tener un acceso ahí. Todo lo relacionado a turismo, a provisión, a reciclaje de basura, todo lo que va a mover la Antártida va a ser infernal”.

Díaz vislumbra un futuro donde la Antártida será un punto de interés no solo turístico, sino también económico y científico, debido a su potencial en recursos naturales y la creciente investigación en la región: “Esto va mucho más allá del turismo. Dentro de no mucho tiempo yo creo que van a empezar a husmear sobre la parte de petróleo, de gas, de investigación científica y de posesión”.

La historia de Enrique Díaz y el Tren del Fin del Mundo es un testimonio de la pasión, la resiliencia y la visión de un hombre decidido a dejar un legado perdurable en su tierra. Su dedicación no solo revitalizó un símbolo histórico, sino que también abrió las puertas a nuevas oportunidades y desarrollos para Ushuaia y Tierra del Fuego.

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