La fragmentación política marca el inicio del año electoral. La Casa Rosada apuesta por negociaciones individuales en un escenario de alianzas inciertas y protagonismo diluido tras la irrupción de La Libertad Avanza.
El escenario político provincial de cara a 2025 presenta una compleja reconfiguración en un contexto de atomización de liderazgos y desdibujamiento de las tradicionales «ligas» de gobernadores.
El protagonismo que tuvieron estos mandatarios en 2024 se diluye, dejando paso a una lógica de preservación local ante la incertidumbre que genera la irrupción de La Libertad Avanza (LLA) y la falta de referentes nacionales claros.
“La mayoría de los gobernadores no tienen jefes”, analizan en la Casa Rosada, destacando que líderes como Marcelo Orrego en San Juan o Claudio Poggi en San Luis, que en 2023 acompañaron proyectos nacionales, ahora priorizan esquemas localistas alejados de los grandes partidos.
Esta situación, aseguran, representa una ventaja para el Ejecutivo nacional, que busca fortalecer su posición negociando mano a mano con las provincias, especialmente en un año donde la intención es consolidar su base en el Congreso.
La irrupción de LLA también desafía las tradicionales estrategias de alianza. En varias provincias se barajan acuerdos circunstanciales entre sectores del radicalismo, el peronismo y los libertarios.
Sin embargo, el resultado de estas negociaciones es aún incierto, ya que cada distrito enfrenta realidades políticas y sociales particulares. Como ejemplo de esta dinámica, gobernadores como Nacho Torres en Chubut o Rogelio Frigerio en Entre Ríos han adoptado estrategias tributarias y discursivas que oscilan entre guiños a LLA y distanciamientos de figuras como Mauricio Macri.
El Presupuesto emerge como un punto clave en la relación entre las provincias y la Nación. Mientras algunos mandatarios critican la falta de respuesta a sus demandas, el Ejecutivo busca acuerdos para garantizar la aprobación de un esquema fiscal ajustado al déficit cero.
“El presidente está focalizando el ajuste en las provincias”, señaló un gobernador cercano a Unión por la Patria, sumando preocupación por el impacto de estas medidas en áreas sensibles como la salud pública, que enfrenta una creciente presión ante el aumento de pacientes que han dejado de pagar prepagas.
La fragmentación de los bloques también afecta a las antiguas ligas de gobernadores, como la populosa agrupación del PJ o la coalición entre radicales y sectores del PRO. Mientras algunos mandatarios, como Axel Kicillof en Buenos Aires, lidian con tensiones internas, otros prefieren mantenerse al margen de los conflictos nacionales, priorizando la estabilidad en sus propios territorios.
Este enfoque se traduce, en muchos casos, en el desdoblamiento de las elecciones locales, una estrategia que busca evitar interferencias externas y reducir riesgos frente al avance de los libertarios.
En este contexto, los distritos que renuevan senadores adquieren un protagonismo especial. Provincias como Entre Ríos, Río Negro o Tierra del Fuego son terreno fértil para negociaciones, aunque algunos partidos provinciales ven riesgos en los acuerdos, dado que el sistema electoral premia al ganador con dos bancas.
El avance de LLA, en tanto, continúa generando interrogantes. Aunque en algunos distritos libertarios han mostrado voluntad de presentar candidatos a gobernador, en otros optan por evitar disputas locales para enfocarse en la elección nacional.
Este pragmatismo refuerza la percepción de que la política provincial en 2025 estará marcada por una combinación de acuerdos puntuales, alianzas flexibles y un claro instinto de autopreservación.
La incógnita central es si los gobernadores lograrán articular una respuesta común frente a un escenario nacional cada vez más fragmentado. Mientras tanto, los próximos meses serán clave para definir el rumbo de las provincias y su rol en el tablero político nacional.