USHUAIA (Por Lien Tapia).- HAF derrotó en la final del Torneo Clausura a falta de 35 segundos para los penales por 2-1 a Camioneros y se coronó como campeón del Futsal doméstico por segunda vez en el año de la mano de Rodrigo Hernández. Agustin Oberti, el autor de la diferencia decisiva.
La jornada había sido larga, muy larga. Las emociones habían recorrido a flor de piel la 40×20 desde el mediodía del domingo. Pero el plato fuerte, el que todos querían ver, del cual todos hablaban, tendría recién su lugar a la hora de la cena, claro, dónde los mejores platos se suelen degustar.
Y ahí, la propuesta del menú era muy clara, solo dos opciones había disponibles. Camioneros o HAF, HAF o Camioneros. Los conjuntos que llegaron como tercero y cuarto del Clausura sortearon con mayor éxito la etapa de los playoffs y con absoluta justicia se ganaron su lugar en el póster de la final.
Las fichas no escondían secretos, no había un as bajo la manga, porque de un lado Montiel, técnico de Camioneros, conocía a la perfección virtudes y defectos de los players rivales por haberlos dirigido hasta hace un puñado de meses y, por el otro lado, cada jugador rojinegro comprendía a la perfección las posibles intenciones del Camión plasmadas en su técnico al que conocen bien.
La Casa del Deporte estaba a reventar, las tribunas colmadas de colores, los elencos en la ronda previa, en el anillo donde se juntan antes de dejar la piel. Y ella, la dueña de todos nosotros, vestida de auriblanco, en el círculo central, lista para su última función anual, lista para ser mimada y amada, lista para brillar.
La primera mitad de la final tuvo lapsos, es cierto, pequeños momentos en los que la paridad, regida principalmente por la intensidad y la entrega, tuvo lugar en la pista, pero, podríamos asegurar que tres cuartas partes de ese primer capítulo tuvieron mejor plantado a HAF, o al menos más agresivo, más incisivo, más fresco de ideas y de circulación, sobretodo en la rapidez de su capitán, el “Pity” Oliva, para romper rápidamente desde el cierre y fundamentalmente del aplomo y la picardía de un nombre fundamental del cuál hablaremos después en profundidad.
Agustín Oberti, amo y señor de los flashes del episodio inicial, sin demasiado peso ofensivo a excepción de algún intento de media distancia, pero siempre atento al termómetro de semejante partido, a la temperatura, a las palpitaciones, siempre se mantuvo en el barro pero sin embarrarse, y así, por uno y por dos, fue protagonista del primer momento clave de la noche. Dos jugadas casi calcadas, dos infracciones del “Mono” Hidalgo, emblema del Camión, sobre Oberti hicieron que el #5 verde viera una doble amarilla que a lo mejor pudo parecer algo prematura, sobretodo la segunda, para quedar así, a falta de un minuto y media para el cierre de la primera mitad, con un hombre menos los de Montiel.
Más aún, cuando el reloj se extinguía y nos mandaba al descanso, el “Pollo” Baumgartner, otro de los puntos altos y determinantes del juego, anotó entre las piernas de Italo Gómez el primer grito para los suyos con sus manos hacia el cielo y una remera a la vista con la imagen de su abuelo.
Así, con emotividad e incertidumbre, se cerró un primer episodio que para nada tendría una misma línea de continuidad en el complemento.
La bola volvió a girar. Veinte minutos separaban a HAF de la gloria, veinte le restaban al Camión para poder revertirlo, y esto último, esa intencionalidad fue la que prevaleció en el complemento.
Los de Montiel, mucho más serenos y ordenados, mucho más dispuestos a hacer correr la bola que a correr en un palo por palo, mucho más parecidos al Camioneros de la semi, fueron arremetiendo contra el arco custodiado por “Pety” Nicoliello, una y otra vez fue el Camión, una y otra vez lo intentó, lentamente, con paciencia, acechando y acorralando a un HAF que no tenía respuestas reales desde el juego y que veía si primera línea defensiva cada vez más hundida.
Aun así, desde los pies del “Pollo” y Dami Nicoliello, el rojinegro encontró tres contragolpes clarísimos tras perdida de posesión del rival, con los que podría haber sentenciado la final, pero la figura de Italo Gómez, como casi siempre en éstas citas, se hizo gigante para sostener las ilusiones verdes. Y si la figura de Gómez era grande, volvamos a la del “Pety”, el arquero rojinegro sostuvo en por lo menos cuatro situaciones su arco en cero después de ser prácticamente fusilado a quemarropa y sin defensa alguna, para de ese modo también convertirse en una de las claves de la jornada.
Pero nadie está a salvo si enfrente se juega con los pies y con el corazón, y de esto último saben mucho los hermanos Espinoza, Uriel y Lautaro, fueron los encargados de cambiar la cara del Camión en esa etapa final, desde la templanza, el entendimiento y sobretodo un sacrificio descomunal, los hermanos Espinoza, que son cosa seria para el futuro, pero que son además dueños de un presente alucinante, le marcaron a el Camión la ruta a seguro, tanto y con tanta convicción que a falta de tres minutos, el “Negro” Lautaro Espinoza encontró la igualdad para los suyos y su hermano Uriel generó además que su oponente alcanzará la quinta infracción para que de ese modo la final esté en pardas y su rival en zona de penalización.
Parecía una mala noticia para HAF. El segundo tiempo no había sido productivo del todo, el recambio de los jugadores más importantes no mezcló bien en cancha y los caminos se cerraban cuando la soga apretaba el cuello. Pero acá vuelve un nombre, uno clave.
Recuerde que al inicio del relato mencionamos algo sobre esta final, mencionamos que no parecían haber cartas escondidas. Que todo parecía muy claro. Pero vea, cuando ya el tiempo reglamentario había finalizado y se transitaban los últimos cinco minutos del alargue de cara a los penales, volvió a la 40×20 un nombre que vale una estrella, Agustín Oberti, que muy extrañamente no había tenido casi minutos en el complemento, volvió a pisar la pista, ahí, cuando la jerarquía es necesaria porque las ideas se nublan.
Lo pudo perder HAF y nada de lo redactado tendría el mismo sentido, porque Luciano Nicoliello tuvo en sus pies desde el punto castigo la posibilidad de, a falta de un minuto, darle la victoria al Camión. Luciano no falla, casi nunca falla, salvó que ella no quiera, salvo que el azar no lo disponga, y así fue, la bola por un par de centímetros no quiso inflar la red y le dijo que no al que suele decirle que si, en cambio, le dio el visto bueno a otro, esta vez ella eligió a otro, a quien hemos mencionado, a Agustín Oberti, al ex-Camioneros, al que jugó en la CAFS buena parte del año, al que eligió volver al Futsal AFA, al que eligió no hacerlo en Camioneros, al que empujó para vestirse de sangre y de luto, de rojo y negro, al que eligió jerarquizar a HAF.
Faltaban 38 segundos en el tablero luminoso, un tiro libre en la puerta del área del camión paralizada los corazones, la bola recorría la zona pintada que defendía Italo Gómez y fue directo a los pies de Oberti que, siendo justos, definió mal, apuntando al jugador que protegía el segundo palo del arco Verde, pero recuerde que ella elige, no se olvide jamás de eso, y ya lo había hecho, ya lo había elegido a él, le había dado las primeras muestras en la etapa inicial y le terminó de declarar su amor ahí, justo ahí, en el momento de más alto voltaje de la noche.
La bocha después de impactar cómo dijimos en Gatica que custodiaba el palo del arco Camionero, volvió a los pies de Agustín, y este, casi de atropello, ahora sí, olió sangre y la mandó a guardar, para vestir de luto al rival.
Naturalmente que por la inmediatez del final del encuentro podríamos pensar que ahí finalizó todo, más no, porque una vez más la caprichosa volvió a hablar. Cuando solo tres segundos quedaban en el minutero, Camioneros lanzado en quinto jugador encontró un desborde de Grandis que dirigió el útil hacia Italo Gómez con el arco de Nicoliello a su merced, pero no, ella no quiso y paso por detrás de la pierna zurda del arquero vestido de Azul, para ahí sí, cerrar la noche, teñir de sangre y de luto a una Copa que HAF no olvidará.
Se la llevó el rojinegro, se la llevó HAF, se la llevaron la jerarquía de nombres en un momento de aplomo excepcional como lo son Oliva, Baumgartner y Oberti, se la llevó el candado del Pety Nicoliello y Hernández, se la llevaron el “Grillo” Torres y Damian Nicoliello, dos de los soldados más regulares y multifacéticos del año. Se la llevó toda una familia rojinegra que por segunda vez en el año levanta un trofeo.
No fue para el Camión, la moneda le sigue siendo esquiva al Gigante verde. La Gloria fue solo para uno, siempre es solo para uno.
Salud HAF, salud campeón, salud a un elenco que pensará rápidamente en un año venidero y sus cuentas pendientes fuera de la Capital, pero que ahora, y hasta que el fuego de este año deje de arder, no dejará de brindar…