“La Voz del Mar”, conversó con uno de los integrantes del Proyecto
Arrecife sobre la importancia de los tiburones. “Tenés más
probabilidades de que te parta un rayo, a que te lastime un tiburón”,
asegura.
La fundación Por el Mar publicó el episodio 9 de su podcast La Voz del
Mar*, titulado “Gatopardo, mi buen amigo”. El protagonista esta vez es
Alejo Irigoyen, investigador del CENPAT con especialidad en ecología de
peces y que trabaja en Proyecto Arrecife en conjunto con el CONICET y
el CENPAT; y quien también estuvo participando de una inédita
campaña de taggeo de tiburones en Puerto Deseado.
Proyecto Arrecife busca responder una y otra vez a la pregunta que se
repite constantemente cuando se habla de estas especies: ¿Son malos
los tiburones? “Para nada”, asegura Alejo de forma reiterada, explicando
por ejemplo que “tenés más probabilidades de que te parta un rayo, a
que te lastime un tiburón. La realidad es que los tiburones son capaces
de detectar movimientos, estímulos y lo utilizan para escaparse, para no
estar cerca del humano”.
«Buceo hace más de 20 años, son muchas horas bajo el agua, y no los
vi nunca. Alguna vez vi una cola, algún tiburón de casualidad, alguna
especie de tiburón pequeña que se descuidó y me dejó verla un
segundo. Así que a ese nivel te estoy diciendo que es algo infrecuente
de que suceda algo. Se escapan, no son peligrosos” relata Alejo desde
su experiencia.
Junto a la fundación Por el Mar y la fundación estadounidense Tag a
Giant, Proyecto Arrecife lleva adelante un trabajo inédito en Argentina.
El seguimiento exhaustivo del Gatopardo para la protección y en el
registro de esta especie. “Casi todos los tiburones son actores ocultos.
Es como una pieza más de nuestra fauna y flora maravillosa de nuestro
país, de nuestro mar, pero que no se ve, la gente piensa que no está,
que no existe, pero está ahí. Y eso sucede un poco en toda la plataforma
argentina. El gatopardo es una de las especies más importantes, porque
es un predador tope, junto con la orca. Para llegar a entender cómo
funciona, empezamos primero por el conocimiento empírico,
conocimiento popular de los pescadores ¿en qué época? ¿dónde los ven?
Y entonces empezás a armar piezas del rompecabezas”.
Luego continúa el trabajo de relevo, de monitoreo de estos lugares
“donde nos decían que se pescaban, que se veían. Y empezar a estudiar
a lo largo del año en qué momento hay más, menos. Entonces también
empezás a sumar piezas del rompecabezas”.
Marcarlos es el tercer paso. “Se le ponen marcas, pusimos muchas
marcas convencionales, que es simplemente un plastiquito que tiene un
nombre y un teléfono. Sabemos dónde y cuándo lo marcamos y si un
pescador lo recaptura nos avisa dónde. Entonces uniendo estas piezas,
bueno, este se movió de acá para allá y en la pintura vamos sumando
información. Y como último hito que estamos súper entusiasmados es el
trabajo de Por el Mar, que fue lo máximo que se puede hacer en una
especie para estudiar el movimiento, que es hacer un taggeo satelital.
Que es ponerle ya algo que nos habla minuto a minuto de por dónde se
mueve y se movió. Información inédita y que no existe a ese nivel de
detalle”.
¿Cómo se llega a generar ese interés y amor por los tiburones? “Nace
como un elemento del océano fascinante en relación con la ecología de
los peces. Todo lo que siempre me fascinó, aún de chico, yo veía una
trucha y decía, ‘¿dónde sale? ¿dónde vive? ¿Está todo el tiempo acá?
¿cuántas más hay?’. Después de haberme licenciado, doctorado y
postdoctorado, llegan los tiburones como un elemento del océano muy
interesante para mí, como un predador tope, y quise tratar de entender
cuántas hay, qué les pasa, cómo migran. Enseguida vino la
preocupación de que los pescadores te dicen que hay cada vez menos.
Que empezás también como académico, como científico, a recibir
información de todo el mundo, entonces ponés un contexto, y bueno, se
transforma en algo muy importante e interesante”.
Hablar de los tiburones implica necesariamente plantearse la pregunta:
¿Por qué hay una imagen tan negativa de los tiburones? “Ellos
realmente no representan un peligro para la sociedad. Está ese miedo
innato cuando te metes más al agua, como que viene el pánico.
Supongo que es algo de ver la película Tiburón y ver la imagen de un
miembro desgarrado y sangriento, pero insisto: “Tenés más
probabilidades de que te parta un rayo, a que te lastime un tiburón”
Alejo Irigoyen siente la responsabilidad de aportar información “para
entender que no es un problema el tiburón. Creo que tiene que ver con
el desconocimiento de lo que hay abajo del agua y el miedo de estar
rodeado de algo que no podés ver”.