En el contexto de la inquietud generada por los acontecimientos recientes en la reserva natural Bosque del Faldeo en Ushuaia, la voz de Andrea Coronato, geógrafa del CADIC CONICET, cobra importancia en tanto reflexión sobre la importancia de preservar zonas protegidas en la ciudad más austral del país. En una entrevista con FM Master’s, Coronato arrojó luz sobre la relevancia tanto urbana como ambiental de mantener espacios naturales en el entorno citadino.
«Las reservas se constituyen, o se crean, con el objetivo de proteger, conservar uno o varios elementos que conforman los paisajes. En general pueden ser elementos culturales. En nuestra provincia tratamos de proteger o conservar algunos elementos naturales que conforman nuestro paisaje, que están valorados por distintas sociedades, sobre todo por su casi prístino estado», expresó Coronato, enfatizando el propósito fundamental de estos espacios en la preservación de la riqueza natural y cultural de una región.
La geógrafa destacó cómo el paisaje de Tierra del Fuego, aunque modificado por la mano humana, aún guarda elementos originales que reflejan su evolución a lo largo del tiempo. Enfatizó que la existencia de reservas ambientales en cualquier sociedad, ya sea urbana, rural o costera, es esencial para preservar el equilibrio entre el ser humano y su entorno: «Si una sociedad del presente modifica totalmente su paisaje natural, el lugar donde se emplaza, está quitando la posibilidad al futuro, a las generaciones y a las sociedades futuras, de saber cuál era el ambiente en el que su sociedad previa se formó y se desarrolló», subrayó.
En su análisis, la experta no solo abordó las implicaciones culturales y ambientales, sino también las económicas. Destacó que la pérdida de patrimonio natural puede tener efectos negativos desde una perspectiva económica, incluyendo la reducción de recursos naturales y la interrupción de servicios ecosistémicos vitales.
«El bosque cumple muchas funciones ecosistémicas. Algunas son esas del hábitat de aves y otros animales que no vemos, pero que necesitan del bosque para vivir. Además, cumple la función de proteger la cubierta de suelo que se dispone sobre las rocas o sobre los sedimentos, que también están sobre las rocas. La función que tiene el bosque allí es la de disminuir el impacto de erosión que tiene la lluvia sobre los suelos, el de retener parte del agua en su masa foliar y absorber parte del agua de precipitaciones, o de fusión de nieve a través de sus raíces”, detalló Coronato.
La especialista también reflexionó sobre la evolución de la relación entre el bosque y la ciudad de Ushuaia a lo largo del tiempo. Enfatizó cómo, inicialmente, la ciudad se construyó en el bosque, pero la urbanización y el crecimiento poblacional llevaron a la desaparición gradual de estos espacios naturales: «Si decidimos para vivir un paisaje en el que el bosque es un elemento fundamental, es un gran error sacarlo de adelante. No tanto para nosotros como humanos, sociedad que vivimos en este lugar, sino por las consecuencias ambientales de tipo físico por la erosión, por las inundaciones o por el anegamiento de suelos. Y también para otros elementos de la naturaleza como son los animales», puntualizó.
En conclusión, la visión de Andrea Coronato desde su perspectiva científica refuerza la importancia de la preservación de zonas protegidas en Ushuaia y, por extensión, en cualquier otro lugar que aspire a un equilibrio armónico entre la vida humana y el entorno natural que la rodea.
