La llegada del Crucero Emerald Princess a la ciudad fueguina de Ushuaia ha propiciado diversas reacciones, por un lado, la alegría por el impacto directo que dicho amarre aparejará al sector turístico y los consecuentes beneficios económicos, y por el otro, uno radicalmente opuesto, producto de la manifiesta preocupación ante la ratificación de un vuelco en lo referido a la supuesta “estrategia” regional sobre cómo administrar la Cuestión Malvinas.
¿A qué se debe esto? El Emerald Princess, es un crucero con bandera de las Bermudas, un territorio de ultramar que posee para el Reino Unido exactamente bajo el mismo status que nuestras usurpadas Islas Malvinas, siendo tan perfecta la analogía que ambos se encuentran listados dentro de los 17 territorios que aún padecen las consecuencias del colonialismo en pleno siglo XXI (Comité de Descolonización). Por si esto fuera poco, la Ley Provincial Nº 852 “Gaucho Rivero” específicamente tipifica en su Art. 2do. la equivalencia para la prohibición de amarre en puertos fueguinos a navíos que portasen insignias de dichas características: “…Prohíbase la permanencia, amarre o abastecimiento u operaciones de logística en territorio provincial de buques de bandera británica o de conveniencia…”. Claramente los navíos con bandera de Bermudas cumplen con esta lógica.
Esto se encuentra sucediendo hoy en la Capital de Malvinas ante la inobservancia de una sumatoria de actores públicos e inclusive organismos que han validado dicha presencia marcando lo que representa a las claras, una vocación política de entender al Conflicto de otra manera, y pretender instalar solapadamente nuevas formar de acercamiento al Reino Unido.
La gravedad de la situación -entendamos que estamos favoreciendo abiertamente una acción totalmente contraria a la quizás única Causa Nacional- claramente debe alertarnos respecto al futuro de la controversia y cuál es la mirada que desde diversos ámbitos quiere darse al reclamo soberano. Preocupa aún más, cuando dicho permiso se otorga en el marco de la remoción de la leyenda en el Puerto de Ushuaia de: “Prohibido el amarre de los buques piratas ingleses», siendo inevitable entender la presencia del Emerald Princess como una consecuencia directa de este cambio radical en la forma de “entender” Malvinas y la relación con el Reino Unido.
Nos encontramos ante una encrucijada política que, mínimamente, y dada la centralidad del tema en la agenda política y pública de la Provincia, amerita y DEBE ser transparentado y debatido de manera plural, ya que nuevamente nos encontramos comunicando al mundo un giro en la manera de administrar nuestro reclamo que nos une como fueguinos y argentinos. Hoy la presencia de este navío tristemente representa un nuevo retroceso en nuestra construcción para el anhelado retorno de la soberanía en las Islas. Quienes validaron dicha presencia seguramente tendrán sus argumentos sobre el porqué, pero Malvinas y su comprensión como Política de Estado requiere de una especial coherencia que nuevamente vemos que ha sido utilizada como moneda de cambio.