Tierra del Fuego se convirtió en las últimas 48 horas en el centro de atención del país. Y es que la inusual temperatura que nos acompañó en este lapso y las decisiones que se tomaron en consecuencia generaron distintas reacciones a lo largo y ancho de la Argentina.
En el día dos con temperaturas bordeando los 30° en toda la isla, la gestión de Rosana Bertone decidió reducir la presencia del personal en las dependencias estatales garantizando la atención con guardias mínimas rotativas. Un poco lejos de la mal intencionada interpretación del asueto que se divulgó por algunas redes sociales y portales.
Específicamente el comunicado señalaba que “en virtud de las particulares condiciones edilicias de las dependencias públicas que no permiten templar los ambientes acorde a éste inusual clima” como la afectación en distintos casos a “la integridad física de los trabajadores y concurrentes a las diversas dependencias públicas”. La decisión tomada fue de “establecer un régimen excepcional de guardias mínimas rotativas que restrinjan la asistencia de los agentes públicos a sus puestos de trabajo”, esto sin afectar el normal desenvolvimiento de la actividad estatal.
En Río Grande por otro lado, los guardavidas que suelen desempeñarse en el natatorio Eva Perón tuvieron que dejar su habitual puesto de trabajo bajo techo para resguardar la vida de los vecinos que habían decidido bañarse de manera insólita en alguno de los lugares habilitados para este fin que resultaron ser el Monumento de Malvinas, Punta Popper y el Playón Municipal.
Un día atrás dos menores de 8 y 9 años habían decidido meterse al río Grande en la zona del Puente Colgante y fueron arrastrados por la corriente. Con ellos su hermano mayor de 19 años que había intentado rescatarlos. Fueron otros tres hombres los que tuvieron que intervenir para el rescate.
Pero el Estado no fue el único que tuvo que tomar decisiones ante la breve pero intensa ola de calor. Los fueguinos y fueguinas en muchos casos eligieron también volcarse al espejo de agua más cercano para refrescarse. Lagunas, lagos, ríos, e incluso el mar. Todo servía para aplacar el calor que impedía quedarse dentro de casa.
Y es que, como se ha dicho en más de una ocasión, Tierra del Fuego no está preparada para una temperatura de estas características. Las casas están pensadas para el frío, para retener el calor, no al revés. Las ventanas, los sistemas de calefacción, las formas de las construcciones. Ninguna escapa a la norma que busca retener el calor y refugiarnos del frío la mayor parte del año. La ecuación inversa resulta desastrosa. Sobre todo, porque son pocos los lugares que cuentan con equipos de aire acondicionado que hoy sobran en los depósitos de algunas fábricas fueguinas.
Calentamiento global
La pregunta queda demás y la sentencia es clara: no es normal este tipo de temperaturas. Pero quizás valga la pena indagar sobre si es o no suficiente para alarmarse sobre los efectos del cambio climático.
Tiempo Fueguino dialogó con el Dr. Jorge Rabassa, Licenciado en Geología especializado en Ciencias de la Tierra del agua y la Atmósfera del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) para conocer su opinión sobre la anomalía térmica que se vivenció en las últimas horas.
Para el especialista “es atípica pero no es que sea la primera vez que hayamos tenido temperaturas tan altas” aseveró. Explicó que “todos los veranos hay uno o dos días de estas características” pero que, si bien “las temperaturas pueden ser más altas ahora de lo que eran 30 años atrás, eso está en consonancia con el calentamiento global que se están haciendo cada vez más frecuentes los episodios extremos”.
Ante la consulta de que, si estos dos días de temperatura extrema podían considerarse una alerta, Rabassa aclaró que “son episodios raros, sin duda” pero que “está dentro de lo esperable para las condiciones de la región”.
“Si me dijeran que hay una semana entera, eso sí que sería una curiosidad excepcional” aclaró Rabassa. “Uno o dos días, que termina como está terminado ahora, con una entrada de frente frío del pacífico, del oeste, eso es lo habitual. Todos los veranos hay uno o dos días así” insistió el científico.
Para Rabassa la situación “no es para preocuparse demasiado”e incluso dijo que es “al contrario, el 95% de la gente está chocha. Con el calorcito, y usar ropa de verano y tomar sol en una reposera en el jardín”.
“Es una curiosidad, pero no tiene ningún impacto sobre la gente ni sobre los ecosistemas ni la producción agropecuaria. No, para nada” sentenció.
Consultado sobre si las temperaturas tenderían a subir en los próximos años, Rabassa consideró que “sí, es posible” pero que se trata de lapsos largos, entre unos 30 o 40 años donde “estos extremos sean con temperaturas más cercanas a 30°”.
Finalmente, insistió en que no es motivo de alarma, aclarando “siempre y cuando estos episodios tan cálidos no se extiendan más allá de uno o dos días. Si fuera una semana entera empezaríamos con problemas de otra índole”.