USHUAIA (Por Lien Tapia).- El crack fueguino Agustín Sanchez desembarcó en el club de la rivera con su bolso lleno de esperanzas, siguiendo los pasos de los hermanos Vaporaki, quienes dejaron una huella intachable. El fin de semana inició los trabajos en el Quinquela Martin junto a los otros fueguinos que renovaron su vínculo: Lautaro Yañez y Nelson Barrientos.
Surgido en Magallanes, pero siempre con un apellido enorme con el cual cargar, Agustín Sánchez fue haciéndose camino al andar. No es fácil desde tan al sur, el lo sabe. Tampoco es compitiendo en la CAFS llevarse las miradas del futsal profesional de AFA, también lo sabe, y los números de jugadores llegados a la capital, muestran a las claras esta tendencia. Sin embargo, Agustín cumplió con todas las etapas, o al menos a todas les hizo frente aguardando este momento.
Sabemos que en la Tierra del Fuego, el apellido Sánchez es sinónimo de grandeza, jerarquía, trayectoria , calidad y más. Es que Marcelo “Chelo” Sánchez lo ha ganado todo con Casa Magallanes y ha sido siempre un símbolo y referente de las 40×20 fueguinas, representándonos en cualquier punto del país.
Agustín, supo eso desde que empezó a tener la bola en sus pies, pero tejió su propio camino a fuerza de esfuerzo y optimismo. Agustin, distinto en características a su hermano, irrumpió en el futsal local haciendo alardes en la pista de juego de su indescifrable gambeta en el uno para uno y de una verticalidad digna de ver. Así se fue haciendo su propio nombre, dejó de ser “el hermano de” para ganar su propio póster en el mundo de nuestro deporte madre.
Y justamente, alguien del sur, de los mismos pagos que Sánchez fue quien frotó la lámpara y decidió que Agustín debía estar en primera plana del futsal nacional más importante.
Por eso, a fines del 2023, el Campeón del Mundo Alamiro Vaporaki llevó a Agustín a Estrella de Boedo en un ambicioso proyecto por buscar el ascenso a la máxima categoría del futsal profesional. Y ahí fue el crack fueguino, con un bolso cargado de ilusiones a hacer su propio camino.
Tan así fue que estuvo a la altura e impuso su marca en la Primera B, quedándo Estrella de Boedo muy cerquita de conseguir la plaza en la Élite nacional. Claro, debió haber sido una frustración grande para Sánchez. Pero cuando tenés pasta no hay con que darle y a Agustín le volvió a sonreír el destino.
Es que, como dijimos, su talento llegó a los ojos de un gigante, nada menos que el Club Atlético Boca Juniors. Aquel que fuera la casa de los hermanos Vaporaki, entre otros, aquel en el que renovó el fueguino Yañez, otro que la descose toda, junto al «Toro» Barrientos. Aquel en el que ahora Agustin sabe que la exigencia será máxima y que por ello empieza un giro total en su carrera.
