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15 de julio de 2024

Mondino repartió culpas por el fracaso argentino en la ONU

La gestión de la canciller enfrenta críticas por el manejo de la causa Malvinas en la ONU. Mondino acusó al embajador Lagorio por no obtener apoyos, mientras él la responsabilizó, y a las políticas exteriores, por la pérdida de aliados históricos.

En medio de una creciente tensión diplomática, la causa de las Islas Malvinas se convirtió en un dolor de cabeza para la gestión de la canciller Diana Mondino. La reciente cumbre del Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas (C-24) evidenció un notable cambio en las posturas internacionales, generando críticas internas y externas hacia la política exterior argentina.

Durante la cumbre del C-24, la cuestión de las Malvinas estuvo a punto de someterse a votación. Sin embargo, a último momento se logró alcanzar un documento consensuado. A pesar de esto, varios países hicieron explícitas sus posturas, marcando distancias debido a tres razones principales: el cambio en la política exterior argentina, la postura anti Agenda 2030 del gobierno, que molesta a los países caribeños afectados por el cambio climático, y el alineamiento con Israel, especialmente el traslado de la embajada argentina a Jerusalén, que ha enfurecido a los países árabes.

En este contexto, Diana Mondino culpó al embajador argentino ante la ONU, Rodolfo Lagorio, por no haber conseguido los apoyos necesarios en el C-24. Según Mondino, Lagorio no cumplió con las promesas realizadas durante su campaña para obtener el puesto de embajador en Nueva York.

Por su parte, Lagorio defendió su gestión argumentando que la culpa reside en la cancillería, que no le proporciona los recursos necesarios para negociar en Naciones Unidas. «La pelea de Milei contra todos hace imposible mi trabajo multilateral», afirmó Lagorio. Fuentes cercanas al embajador indicaron que «se pelea con los árabes y varios países de Medio Oriente nos sacan el apoyo, se pelea con los países vecinos y éstos excluyen la cuestión Malvinas de la declaración del Mercosur, se pelean en la OEA por el cambio climático y los caribeños juegan para Reino Unido. Así es imposible hacer mi trabajo bien. Tu DT hace los goles para los contrarios».

En un cable secreto dirigido a Mondino, Lagorio expresó que «varios países disminuyeron su nivel de apoyo debido a decisiones de política exterior argentina en otros asuntos que los afectan directamente». Este intercambio de acusaciones generó una disputa pública entre Buenos Aires y su representante en la ONU.

Paralelamente, el Reino Unido gestiona eficientemente su posición enviando a legisladores kelpers a hablar en el C-24 como peticionarios y representantes de Malvinas. Lagorio señaló que Mondino tiene parte de la culpa por haber mencionado durante su campaña que «hay que escuchar» a los isleños.

El apoyo internacional hacia la postura argentina sobre Malvinas disminuyó notablemente. Siria, una nación históricamente aliada de Argentina en este tema, se negó a respaldar a nuestro país debido a la postura del gobierno de Milei hacia Palestina. En África, Sierra Leona rompió el consenso en la Unión Africana defendiendo el derecho a la libre determinación de los isleños. Antigua y Barbuda, por su parte, rompió el consenso de la Caricom solicitando la autodeterminación de los isleños. Por primera vez desde su creación, la Celac no apoyó como grupo regional a la Argentina, y lo mismo sucedió con el Mercosur.

Además, Timor Oriental amenazó con incluir en la declaración la palabra «deseos» de los kelpers, señalando que ninguna solución podía alcanzarse contra la voluntad de los isleños. Fiji sostuvo que en las «Falkland Islands» el «pueblo» ya había decidido su destino, lamentando que Argentina ignore sus deseos. «Todos estos hechos muestran que la política exterior para Malvinas hace agua por todos lados», concluyó una fuente diplomática.

Según fuentes fidedignas, Mondino pretende que Lagorio asuma la responsabilidad del fracaso de estas negociaciones, recordando que el embajador fue anteriormente aliado de Daniel Scioli. Sin embargo, el funcionario aludido manifestó abiertamente su frustración, comentando a personas de confianza: «Si yo fuera el canciller, estas cosas no pasarían. La diplomacia es un arte que debe estar en manos de los diplomáticos. En el mundo multilateral las improvisaciones se pagan caro».

El conflicto interno refleja las dificultades que enfrenta la actual administración argentina en su estrategia de política exterior, especialmente en la delicada cuestión de las Islas Malvinas, un tema de profunda sensibilidad nacional e histórica, sobre todo para Tierra del Fuego.

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