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2 de julio de 2024

Qué es el Complejo Industrial Naval argentino y qué significa para nuestro país

Por Alejandra Portatadino*.- El Complejo Naval Argentino CINAR, nace en la presidencia de Néstor Kirchner y Nilda Garré como ministra de Defensa, su visión era la recuperación de dos grandes astilleros vecinos Tandanor y Ministro Manuel Domecq Garcia rebautizado Alt. Storni, estos dos astilleros se complementaban ya que Tandanor se dedica a la reparación y Alte. Storni a la construcción de buques y submarinos.

Tandanor (Talleres Navales Dársena Norte) se instaló por primera vez en 1879, con un varadero sobre el río Luján, y en 1898 fue trasladado a la Dársena Norte en el puerto de Buenos Aires. Para responder al incremento de la demanda de reparaciones en los años 70, TANDANOR amplió sus instalaciones e incorporó el astillero estatal Tarena (Talleres de Reparaciones Navales) ampliando su infraestructura en la Isla de Marchi,  en la Boca y  en 1978 se construye el Syncrolift un ascensor para buques con capacidad de 15 mil toneladas de elevación. Hoy Tandanor cumple con los certificados de calidad de las más importantes certificadoras internacionales navales para reparaciones recibiendo buques de diferentes países para realizar reparaciones y servicios de mantenimiento. Fue el impulsor de las carreras de técnicos navales y de Ingeniería Naval en la UBA en el año 1953, en la actualidad bajo la presidencia del Ing. Miguel Angel Tudino articula  con Universidades públicas como  la UBA, UTN y la UNQ. Otra gran herramienta con la que cuenta es con el  FONDEF (Fondo Nacional para la Defensa) propuesto por el Ing. Agustín Rossi siendo Jefe de Bloque de Diputados y Diputadas Nacionales FPV-PJ, este Fondo juega un importante rol en la recuperación de la capacidad operativa  de nuestra flota de guerra de mar. Últimamente el Ing. Agustín Rossi, el Lic. Jorge Taiana,  la Lic. Nilda Garré  y el Teniente General del Ejército Juan Martín Paleo presentaron el libro “FONDEF una Política de Estado” muy interesante para leer, editado por la Universidad Nacional de la Defensa.

El astillero Almirante Storni se ocupa de lo que es fabricación de buques y diseño de nuevos proyectos. El proyecto de este astillero nace con el decreto 768/1974 del General Juan Domingo Perón, cuando ve la necesidad de que Argentina tenga embarcaciones de defensa tácticas fabricadas en nuestros país como corbetas, destructores y submarinos, para la defensa de nuestros mares. Con ese decreto se prepara un plan de modernización de la Armada, se compran los destructores Meko 360, se fabrican las corbetas misilisticas  Meko 140 en Rio Santiago  y se adquieren 2 submarinos a Alemania, tipo 209. Luego, por las características de nuestros mares se ve la necesidad de tener submarinos más grandes oceánicos. Por eso se planifica y construye el Astillero Domecq García, (todavía mantiene sus capacidades de construcción de submarinos), y se crea el proyecto TR 1700  los dos primeros vinieron fabricados de Alemania: el San Juan y el Santa Cruz; y otros dos que se iban a fabricar acá, en Argentina.

Los momentos difíciles de los astilleros

El neo liberalismo colonialista en Argentina representado por el PRO y Republicanos realmente es payasesco, burdo, y trágico porque bajo pseudo doctrinas liberales quieren aplicar políticas públicas que en los países más liberales del mundo no las aplican porque constituirían su destrucción como países soberanos. Y en Argentina han fracasado habiendo sido generadoras de desempleo, endeudamiento y cierre de industrias como lo hemos vivido en los 90 con Menem y hace tres años atrás con Mauricio Macri.

Si tomamos el ejemplo de Estados Unidos (que se considera un país muy liberal), ese país sin embargo tiene políticas muy proteccionistas de su Industria Naval como la ley Jones-Shafroth El Congreso aprobó en 1920 la Ley de la Marina Mercante, también conocida como Ley Jones, que nacionalizaba la industria de la construcción naval y, también, el tráfico de los buques mercantes en Estados Unidos. La ley estipula que únicamente los barcos estadounidenses pueden llevar mercancías y pasajeros de un puerto a otro de este país. O sea que las embarcaciones que transportan carga entre puntos de EE. UU. deben construirse en los EE. UU., no solo eso, los astilleros tienen que estar en suelo de los  Estados Unidos y sus dueños tienen que ser ciudadanos  norteamericanos. Además de la obligación de que todos los buques de cabotaje fueran construidos, tripulados y de propiedad de ciudadanos americanos, se  implementó un sistema de subsidios a la operación y construcción naval (hasta el 50% de la diferencia) para equiparar los costos con los internacionales. En el Plan Estratégico de la US MARAD (Administración Marítima de Estados Unidos) 2015 se establece que el mantenimiento de la industria naval americana es crítica para poder expandir su producción ante emergencias. No sólo debe mantenerse intacta la infraestructura industrial, sino capacitada y activa su fuerza laboral

Otro ejemplo es Alemania, que es líder en mega-cruceros (MW y Lloyd Werft) y participa en mercados de buques de investigación, mega-yates, ferris y estructuras especiales de offshore El gobierno se ha enfocado a dar apoyo financiero para la competencia internacional. El Banco de Desarrollo (KfW) asegura préstamos a tasa fija a los armadores alemanes durante el período de construcción, disponiendo de un fondeo de 5.800 MM euros en 2014. Para el pre-financiamiento, los astilleros cuentan con un sistema que aporta hasta el 80% del capital de trabajo requerido durante el período de construcción.

A diferencia de grandes países de los llamados liberales que sin embargo cuentan con políticas proteccionistas de sus industrias estratégicas, en nuestro país se aplicaron políticas liberales destructivas de nuestras industrias y que fueron llevadas adelante sin considerar  las  consecuencias del potencial industrial Argentino  por delirantes y obsecuentes a los intereses extranjeros dejando sin  protección a nuestras industrias estratégicas que competían en calidad y precio especialmente la Naval . Con la aplicación de esas nefastas políticas, cientos de empresas cerraron y miles de trabajadores quedaron sin empleo. Argentina antes de que se aplicaran esas políticas era una de las líderes en América en construcción e ingeniería Naval con empresas muy rentables, astilleros como SANYM, Mestrina, Príncipe Menghi, ASTARSA, Alianza, Rio Santiago y otros. Se fabricaban y exportaban buques con ingeniería naval propia a diferentes partes del mundo incluyendo países como Alemania, Brasil, Estados Unidos y Polonia entre otros, recuerdo porque en esa época era estudiante de ingeniería nadie me lo contó lo viví, ya que en esas épocas estaba empleada como pasante en Domecq García junto a otros estudiantes de ingeniería, para formarnos en la construcción de submarinos.

Perdida la guerra de Mavinas comenzó la debacle, a partir de 1983, no se firmó ningún nuevo contrato de construcción naval y el FNMM (Fondo Nacional de la Marina mercante) dejó de financiar nuevos proyectos, también se redujo el fomento a las exportaciones de buques. La destrucción se terminó de consumar en los 90 con Carlos Saúl Menem y Cavallo, sufrimos el cierre de nuestros astilleros, miles de trabajadores especializados y profesionales altamente capacitados sin empleo boyando por diferentes lugares, haciendo changas, manejando taxis, un plan sistemático para destruir una prospera industria con mano de obra calificada que generaba el ingreso de ganancias y divisas a nuestro país.  Se desfinanció Río Santiago, se cerró Domecq García. A los astilleros Tandanor y Domecq García los quisieron convertir en shoppings, durante el gobierno de Carlos Menem. Recuperar eso fue un esfuerzo muy grande que comenzó con el gobierno de Néstor Kirchner, se reactivó la industria naval, pero después vino Macri y volvió a desactivar todo nuevamente, con el proyecto con Larreta de convertir a CINAR en un country náutico con marinas para embarcaciones de placer de lujo. ¿Es ese acaso el proyecto de revolución productiva de Cambiemos y republicanos? Porque ya lo implementaron y repiten lo mismo.

Esos altibajos, en la industria naval, tienen un costo muy grande. No es solamente lo que se deja de fabricar, sino que también  se destruye    la ingeniería que se conoce como cadena de ingeniería inversa, que es la cadena de agregar nuevos conocimientos y herramientas en los proyectos existentes a través del tiempo.  En la historia de la Ingeniería existe una cadena de valor en los proyectos con el transcurso del tiempo, donde se van modernizado con el descubrimiento de nuevas tecnologías. Si se rompe esa cadena la ingeniería se va  desactualizando y para el país es un costo muy grande.

La recuperación

Por suerte, pese al intento,  recordando a María Eugenia Vidal y Macri  cuando sostenían ¿para qué tantas Universidades? y ahora la aparición de un  nuevo delirante como Javier Milei donde sostiene que la Educación no es un Derecho,  no han podido cerrar las universidades públicas. En Argentina tenemos alrededor de 450 Facultades de las diferentes ingenierías, con 700 carreras de grados, posgrados y doctorados, reconocidas internacionalmente por su calidad. La mayoría de las Universidades en nuestro país son públicas, y los docentes nunca hemos parado de enseñar, de actualizarnos. Aparte del conocimiento que han adquirido los jóvenes ingenieros, también se les ha podido traspasar generacionalmente mucha experiencias de mano de obra a  soldadores, careneros, y se han formado nuevos los técnicos navales. Tenemos muchas posibilidades, y un potencial enorme en Argentina con la Industria Naval, pero se necesitan decisiones políticas, poner profesionales con experiencia, conocimiento en el tema y sobre todo mucho amor a la patria y su industrialización. Las cámaras de diputados y senadores que entiendan que hay recursos, industrias, que son estratégicos para Argentina y no importa el color del gobierno, no se deben destruir. La industria naval genera mucho empleo de calidad, directo e indirecto. Mano de obra calificada de técnicos, de ingenieros, mueve muchas personas. Tandanor solamente mueve 500 personas directas y 300 indirectas. Tandanor no recibe subsidio, es una empresa que se mantiene con lo que produce. Solo le falta recuperar su edificio de oficinas actualmente ocupado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y recuperando es edifico poder implementar el área de diseño, desarrollo de nuevas tecnologías e implementar la escuela técnica industrial para técnicos navales, convertir TANDANOR en una INVAP de la Industria Naval Argentina sería la coronación política de la Industria Naval Argentina Soberana. Pero para eso se necesitan decisiones políticas de personas que tengan una idea formada de la importancia de poder generar tecnologías propias como supimos tener y aún no hemos perdido esas capacidades, aunque como estamos leyendo se intenta que las perdamos.

En el área de producción de Tandanor, por lo menos hasta julio, tenemos todas las dársenas contratadas completas. Aquí realizamos los trabajos bajo todas las normas internacionales certificadoras. Los trabajos son de muy buena calidad y somos internacionalmente reconocidos. En cuanto a la parte de fabricación del Storni, estamos con el proyecto del buque polar, fabricando 12 remolcadores para la armada, botamos la semana pasada el buque oceanográfico Petrel. Estamos recuperando las capacidades de fabricación, en un trabajo conjunto con las universidades.

Por qué sería necesario mantener la industria naval

Primero, porque somos un país marítimo fluvial. Si se observa el lado este de nuestro país, está limitada por recursos fluviales lo ríos Paraná, Uruguay y del Plata;  continuando con la costa marítima del océano atlántico, más un territorio insular y antártico como es la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Tenemos una riqueza muy grande que hay que cuidar y muchos recursos marítimos. Si no hay embarcaciones que puedan cuidar nuestra soberanía, el futuro de Argentina va a ser muy triste. No nos olvidemos de los nódulos polimetálicos, también, que tienen cobalto, oro y otros ricos minerales que son formaciones volcánicas que salen de volcanes submarinos y quedan como esferas en el lecho, que, hoy en día, son cosechadas por lo que es la minería submarina.

Observemos que tenemos en nuestras islas Sandwich, el sector de la cadena volcánica que está llena de nódulos polimetálicos, sin explotar. Esos recursos son nuestros. Si no los cuidamos, las ambiciones y las necesidades del mundo en cuanto a minerales son, cada vez, más importantes. Hemos visto lo que ha pasado en África, en Asia, el saqueo de sus recursos. Lo que está pasando en Argentina con el oro, con las empresas de Commonwealth británico que son las que se encargan de la extracción. Argentina produce 60 toneladas anuales de oro y acá no nos dejan ni una pepita, las reservas las tenemos en dólares y no en oro, que es extraído y llevado sistemáticamente al extranjero. Si nosotros no tomamos conciencia de lo que está pasando y no tenemos elementos para cuidarlo, bueno, qué nos va a quedar.

Y en la política sucede que en lo discursivo se dice una cosa, más aún en esta época de elecciones, pero en cuanto a las acciones luego se hace todo lo contrario, por ejemplo resulta hasta como si fuera un chiste que acá los republicanos dicen que la ley 19640 no se va a tocar cuando su jefe de partido dice lo contrario, ahora la gente que les cree y los vota ¿qué hará cuando se quede sin empleo? Recordemos que tampoco habrá planes para desempleados, y los negocios que venden sus productos ¿qué harán cuando no haya dinero para comprar ente la falta de empleo?

En cuanto a soberanía resulta el mismo engaño, el Reino Unido proyectó hacer un puerto en Rothera en la Península Antártida. Según el tratado Antártico, los países miembros pueden hacer obras civiles bajo consenso de todos los países miembros. Si hay un país que objete un determinado proyecto, por cuestiones ambientales, o por considerar que la información o estudios de impacto son insuficientes, ese proyecto no se puede ejecutar. En este caso, el proyecto del puerto de Rothera no tuvo ninguna objeción de parte del Instituto Antártico, a cargo de Patricia Ortúzar. El Instituto Argentino no objetó absolutamente nada y ellos pudieron hacer otro puerto en la Antártida donde reclaman como propio nuestro espacio correspondiente. Sin embrago en lo discursivo defienden nuestra soberanía, pero las acciones que ejecutan son contrarias.

Por un lado, hablamos de la dominación británica sobre nuestros mares, sobre nuestras islas, de la usurpación. Y, por otro lado, les permitimos entrar. Entonces, eso genera una ambigüedad que no es comprensible Vivo en Ushuaia y esas acciones y decisiones que toma Nación que son muy ambiguas realmente nos causan mucho malestar  Ahora, por suerte, dejaron sin vigencia el comunicado Fondadori-Duncan, pero todavía falta los tratados de Madrid 1 y 2. Estos tratados hablan de la entrega de nuestros recursos al Reino Unido.

Finalizando los cuatro mayores enemigos de la Industria Naval Argentina son el desconocimiento, la falta de interés, la falta de política pública en el Congreso de la Nación que la proteja y promueva como Industria estratégica y generadora de empleo y conocimiento, y esa cosa de importar que favorece mucho a la industria extranjera que cuida y promueve sus industrias y a los bolsillitos inescrupulosos de políticos y funcionarios, propensos a recibir sobornos y coimas.

* Alejandra Portatadino es ingeniera, miembro del CAI Centro Argentino de Ingenieros, ASME Sociedad Americana de Ingenieros Mecánicos, Prof. Post Grado UTN Buenos Aires, Co Fundadora Ingeniería sin Fronteras Argentina

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