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Río Grande
8 de julio de 2024

Un saludo inesperado en la Ruta 3

Un hombre se bajó del auto, cerca de San Sebastián, para sacar unas fotos del paisaje. En ese momento recibió la visita de una simpática guanaca que, lejos de huir, metió su cabeza por la ventanilla del vehículo.

Un automovilista vivió una cercana y entrañable comunicación con una guanaca que se cruzó en su camino cuando viajaba por la ruta 3 en cercanías de la ciudad de Río Grande. La guanaca lejos de asustarse y huir, como el resto de la manada, se le acercó y hasta metió su cabeza por la ventanilla del vehículo, tal como lo reflejan las fotos que se hicieron virales en redes sociales.

Edgardo Cárdenas, docente jubilado, fotógrafo, tucumano residente en Río Gallegos, viajaba el jueves pasado por la ruta 3 al Norte de Río Grande, de donde había partido minutos atrás rumbo a San Sebastián.

A unos kilómetros del paso fronterizo se detuvo a fotografiar una “cigüeña” de extracción de petróleo. En ese momento, unos guanacos se asustaron por su presencia y huyeron a toda velocidad del lugar. Todos, menos uno.

El curioso guanaco no paraba de mirarlo con singular atención, dándole tiempo para tomarle varias fotografías. Hasta que en un momento comenzó a acercarse a la camioneta.

“Pensé que pasaría cerca para cruzar al otro lado de la ruta, pero no, venía hacia donde estaba. Cambio inmediatamente de cámara ya que lo tenía muy cerca, tan cerca que mete su cabeza por la ventana”, describió Edgardo en su relato.

El animalito permaneció varios minutos en esa curiosa actitud, solo mirando y moviendo su boca, con su cabeza dentro del vehículo. Edgardo le ofreció una galleta que aceptó con suma delicadeza. “No quería irse. Hablamos un buen rato”, consignó Edgardo.

Cuando finalmente el conductor retomó el volante y giró para continuar viaje, notó que el guanaco tenía toda la intención de seguirlo, como a un buen amigo.

Al postear en sus redes las fotos y el relato, Edgardo fue contactado por unas personas de Río Grande que le advirtieron que se trataba de la famosa guanaca Cristina, rescatada por una familia cuando quedó huérfana a los pocos días de vida y criada por dos niñas que la alimentaron con biberón.

Una cicatriz en su hocico y la frente chamuscada (dormía en un galpón cerca de un tacho con fuego), fueron las señales que sirvieron para su identificación.

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