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25 de julio de 2024

Guerra, Renta Inesperada y Distribución: Las claves del debate que se viene

Gastón Lodos.- Acompañado por el presidente, y antes de su viaje a Washington para encontrarse con gente del FMI, el ministro de Economía Martín Guzmán anunció que se presentará en estos días un proyecto de ley de renta inesperada.

Esto consiste en poner el foco en distribuir ganancias extraordinarias producto de situaciones extraordinarias, en este caso la guerra acontecida en territorio ucraniano.

Si bien hasta ahora el gobierno no explicó formalmente cómo busca medir esa renta, en los medios de comunicación, el ministro de Economía declaró lo siguiente: «Hoy hay ganancias inesperadas que no son fruto de inversión adicional o más contratación de empleo, sino que son fruto de un shock.”

Para tratar de entenderlo en términos prácticos, podría explicarse de la siguiente manera: un determinado sector productivo invierte “A” y obtiene una ganancia “B”, pero por resultado de una suba inesperada de precios internacionales, sin alterar el factor “A”, las ganancias terminan siendo de “B+10”.

Lo que busca el gobierno nacional con este proyecto es que a ese factor “+10” se le aplique un gravamen distributivo; que se podrá ver reflejado en bonos, IFE, o el nombre que el área de comunicación gubernamental decida en su momento.

El análisis de situación que hace el gobierno nacional lo resumió el propio Guzmán durante el anuncio realizado junto al presidente: “Lo que estamos buscando es un mecanismo para garantizar que este shock de la guerra no tenga un impacto desigualador y regresivo en nuestra sociedad” y agregó: “Estamos buscando que el crecimiento que vive la Argentina sea compartido y no sea un crecimiento en el cual se beneficien solo unos pocos.”

Lo cierto es que cuando Guzmán habla del crecimiento de Argentina tiene un punto. Y es que todos los indicadores de la economía dan números positivos en comparación, incluso, con los tiempos previos a la llegada de la pandemia.

Sin embargo, estos indicadores no se ven reflejados en el costo de vida de los trabajadores que, por si alguno lo olvida, son factor clave en la generación de esa riqueza.

Este tipo de proyectos, que en el caso argentino deberá ser debatido en el Congreso puesto que el Ejecutivo no tiene la facultad de crear impuestos, cuentan con el aval del Fondo Monetario Internacional.

En un comunicado emitido hace algunos días, el organismo financiero expresó que “para disminuir la carga para las finanzas públicas, se podría prever un aumento temporal de los impuestos sobre el exceso de beneficios” ya que “esto ayudaría a recuperar parte de las transferencias a las empresas que no las necesitan”.

Como es de esperarse en estos casos, se viene un amplio debate alrededor de la iniciativa y ya comenzaron a aparecer las primera voces en contra.

Primeros en la fila, distintos dirigentes de Juntos por el Cambio, manifestaron que el proyecto “castiga a los exitosos” y que “Argentina no soporta un impuesto más a la producción”.

Por su parte, el presidente de la Unión Industrial Argentina, Daniel Funes de Rioja manifestó en Radio Mitre que «no deja de ser cierto que los sectores más rezagados de la sociedad se encuentran más impactados», aunque se manifestó en contra afirmando que en Argentina se cobran muchos impuestos.

Desde el sector Agroindustrial tampoco se quedaron atrás y expresaron que “La Argentina no necesita más impuestos. Al contrario, lo que hace falta es sacar el freno de mano a la producción y a la inversión para que haya más trabajo”.

A esta hora, el gobierno nacional se encuentra convocando a empresarios y sindicatos para discutir los alcances del proyecto. Según publicó Ámbito.com, el ministro Guzmán adelantó algunas pautas inciales para su aplicación:

El impuesto sería aplicable a las ganancias netas que hayan sido superiores a los $1.000 millones en el año, lo que deja por fuera al sector Pyme. Guzmán graficó esto diciendo que en 2021 el 3,2% de las empresas de nuestro país tuvieron esa ganancia.

Por otro lado, la ganancia tiene que haber aumentado en forma significativa respecto a 2020 y el margen de ganancia tiene que haber sido, en la comparativa de los balances, “anormalmente elevado”.

Con todo lo dicho, de aquí en adelante nos espera un debate interesante a seguir.

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