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Río Grande
7 de julio de 2024

8M: ¿Celebramos, protestamos, honramos?

Por Sol Agusti.- El Día de la Mujer desde hace unos años tomó nuevos sentidos. Es una fecha para generar conciencia sobre la importancia de empoderar a las mujeres, proteger nuestros derechos y visibilizar la desigualdad. Construirnos y repensarnos, cuestionarnos, ¿Nos respetamos en la diferencia? ¿Valoramos a las que no piensan como nosotras?

Quizás el Día Internacional de la Mujer logre un objetivo si nos hace repensarnos y entender las particularidades que nos atraviesan como mujeres, a cada una, con el desafío de incluirnos genuinamente.

Puede que algunas de nosotras sean más activistas y elijan ir a las marchas. Otras tantas probablemente elijan no hacerlo y no por eso se defiende menos a las cuestiones de género, o se le falla. Gran parte del desafío que nos convoca es entendernos y comprendernos desde la empatía y el amor.

No todas vamos a las marchas, no todas nos sentimos convocadas por las mismas acciones o postulados y está bien que sea así, desde cada lugar podemos elegir cómo empoderarnos, cómo trabajar por lo que creemos justo. Esa es en parte la esencia del Día Internacional de la Mujer.

Todas y todos podemos hacer algo por las mujeres y nuestras reivindicaciones. Es también en las pequeñas cosas que ese cambio se genera, no solo en los postulados enormes. Enseñando a las niñas y los niños a ayudar a sus amigas en la escuela, a ser solidarios y empáticos. Ofreciendo y aceptando ayuda.

Uno de los principales problemas de las mujeres, acá y en el mundo es que nos matan, matan a una por día. ¿Que necesitamos para disminuir la violencia en un país en el que hay un femicidio por día?

Difícilmente haya adultos violentos o asesinos si han tenido familias amorosas y respetuosas. Difícilmente podamos pedir a un niño que fue violentado, abusado, dañado, que tenga vínculos sanos.

Las preguntas que nos atraviesan tendrían que incluirnos a todas. Los cuestionamientos y debates deberían contemplar a las mujeres que trabajan en el ámbito público y pueden participar del paro 8M y a las del mundo privado que quizás no pueden ir a la marcha pero que quieren expresarse, que necesitan ser contenidas, escuchadas. A las que pueden manifestarse. A la que no quieren, a la que tienen miedo, a la que no pueden. A las que prefieren quedarse en la casa.

¿Somos capaces de entender que otras piensen diferente? El desafío quizás sea entendernos más en las diferencias que en las coincidencias.

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